Es cierto. De nuevo Cyrulnik tiene razón. Hay sufrimientos de los que no es fácil hablar. El entorno no lo facilita.

¿Cómo puede una niña hablar de que sufre cuando pasa el fin de semana con su padre? De que tiene miedo de sus reacciones pero que es su padre. ¿Cómo puede hablar de eso?

Como decía una terapeuta alemana experta en adopción y acogimiento los niños protegidos no quieren TENER unos padres distintos. Lo que quieren es que sus padres SEAN distintos. Estoy de acuerdo. A todos nos ha pasado en un momento dado. A ellos les pasa casi siempre. Pero hasta que no llega la adolescencia no es tolerable para un niño contar que no le gusta como es su padre o su madre. Que le avergüenza quizás. Que le tiene miedo.

¿Cómo puede alguien hablar de qué es diferente cuando todo el mundo, que sabe que lo es, bienintencionadamente le trata como si no lo fuera? Se producirá una tremenda paradoja… nadie le juzgará excepto… él o ella. Y sufrirá por ser diferente, sin que nadie le censure.

Y ¿de dónde viene este sufrimiento? Quizá de que LO QUE NO SE PUEDE NARRAR no tiene SENTIDO.

Como una vez oí: lo más importante que le hombre tiene es su HISTORIA. Somos historia o no somos. Por eso si no podemos contarnos, narrarnos, historiarnos… nos quedamos sin sentido.

¿Podremos crear espacios para que los niños en situaciones socio-familiares difíciles puedan contar su historia?

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