– Seguro que haces un post de esta película –

Me dijo una de mis hijas después de haber visto Invencible (Unbroken) en el cine.

No sé, no sé – pensé, pues ya sabía el argumento, que estaba basada en un hecho real y que estaba dirigida por Angelina Jolie.  Tenía mis dudas sobre que aguantar en un campo de concentración japonés tuviera que ser necesariamente un ejemplo de resiliencia.

Ayer finalmente la vi y he acabado haciendo el post (¡Qué no se hará por los hijos!). Lo que ocurre es que no lo hago por lo que cuenta la película, sino más bien por lo que no cuenta.

Y como no quiero fastidiar a nadie la película que sigue de estreno sólo podré hacer algunos apuntes.

Louis Zamperini, nacido en EEUU en 1917 pero de padres italianos, fue un corredor de medio fondo que participó en los juegos olímpicos de Berlín y fue hecho prisionero por los japoneses durante la segunda guerra mundial. Murió el año pasado, el mismo año de estreno de la película, por lo que la directora de la película pudo conocerle y tratarle durante la preparación y rodaje.

El guión de la misma se basa en un libro de gran éxito en EEUU de la autora Laura Hillenbrand. Un libro que no sé, pues aún no lo he podido conseguir, si obvia algunos aspectos de la vida de Zamperini que, rastreando en Internet, me parecen tan interesantes como su experiencia de resistencia a un naufragio, a un campo de concentración y a un oficial japonés especialmente enconado con él.

Apenas se desarrollan sus años de pubertad y adolescencia donde no paró de darle disgustos a sus entregados padres y a la policía local, y menos su motivación para empezar a practicar el atletismo como ya hacía su hermano mayor. La película deja entrever que fue una consecuencia natural de su rapidez para salir huyendo tras una fechoría. Sin embargo al parecer, su motivación fue la vergüenza de quedar el último o no poder aguantar en las primeras veces que fue invitado a competir. En una entrevista de la cual se recogen fragmentos en un artículo de Hoy Cinema expresó:

«Un día, mi hermano se cansó de que la policía llegara a nuestra casa para hablar de mí y sintió que el atletismo podría ser la respuesta a todo aquel problema. En la escuela estuvieron de acuerdo, así que me sacaron a la pista de 660 yardas y me hicieron correr. No he sufrido tanto en mi vida como en aquel momento, sentí dolores, agotamiento y severos calambres. Sólo podía pensar que aquello era absolutamente horrible»

En todo caso si que fue su hermano el que supo ver en él a un gran atleta y no solamente al hermano rebelde que amargaba la existencia a sus padres. De nuevo un ejemplo de la importancia de cómo nos miran y cómo miramos.

La película finaliza, me atrevo a decirlo porque cualquiera que haya visto el trailer se lo puede imaginar, cuando Loui regresa a casa tras acabar la guerra. Con fotos reales y subtítulos se nos indica que Zamperini fue capaz de perdonar a los soldados japoneses que lo maltrataron.

El resultado es que la película presenta así el perfil de un hombre inquebrantable y que inspirado por algunas personas muy cercanas a él con una fuerte fe cristiana (su propia madre y un amigo y compañero de desdichas) dedicó el resto de su vida a intentar cumplir la voluntad de Dios en agradecimiento por haberse librado de la muerte. Es indudable que la propia directora juega con la imagen de un nuevo crucificado en la escena en que se le obliga a mantener un pesado tablón de madera por encima de su cabeza durante horas.

Hasta aquí el título de la película parece perfecto. Y más cuando se lee este párrafo de un artículo de la edición electrónica de El País:

Les trasladaron al campo de internamiento de Ofuna, en Japón, donde pasarían el resto de la guerra. Allí, Zamperini fue objeto de la atención preferente de Mutsuhiro Watanabe, cuyas torturas y malos tratos a los prisioneros le valieron el honor de que el general Douglas MacArthur le distinguiera con el número 23 en su lista de los 40 principales criminales de guerra. Acabada la contienda, Watanabe logró escapar y Zamperini, muchos años después, buscó reconciliarse con él (Watanabe se negó).

Pero si seguimos al párrafo que sigue y lo que dice es cierto…

De vuelta a casa, Zamperini, afectado gravemente por el estrés postraumático, cayó durante años en el alcoholismo, del que fue rescatado tras atender a un sermón del famosísimo predicador evangelista Billy Graham, quien le ayudaría además a lanzarse al frondoso circuito estadounidense de oradores de autoayuda.

… ¿Inquebrantable? ¿afectado gravemente? ¿durante años alcoholizado?…

Esto es otra cosa. Pero para mí no fue una mala noticia leerlo. Todo lo contrario.

Cómo me hubiera gustado que la película, por cierto con guión de los hermanos Cohen, hubiera dedicado unos minutos más a sus otros muchos años perdido en la vida y en un océano etílico.

Y ni mucho menos por destrozar una figura a admirar, sino por todo lo contrario: por tener la posibilidad de admirar su verdadero resurgimiento, probablemente posible gracias a su familia, sus amistades y, en este caso, a una trascendencia que seguramente le aportaría significado a su historia.

Así que inquebrantable en sus 47 días a la deriva y en sus muchos meses de cautiverio. Pero señora Hilldebrand; Señores Cohen y Señora Jolie a mi me hubiera gustado tanto o más como esto conocer su resurgimiento de la delincuencia a la integración y del alcoholismo a una vida satisfactoria para si mismo y los demás.

3 comentarios en “Invencible, Inquebrantable… o no

  1. Hola Javier,a pregunta yo no diría inquebrantable, sino todo lo contrario (sin haber visto la peli ni leído el libro) . Es decir, cruje dos veces (o más) pero se reengancha a la vida.
    A la lista de tareas pendientes.

    1. Efectivamente, buenísima apreciación. Me interesa tanto o más que sus experiencias de resistencia el tema del deporte como medio para la socialización y la trascendencia (religiosa o laica) como manera de superar el estrés postraumático o la dependencia. Intentaré conseguir el libro y ver si la autora se adentra mejor en esos aspectos.

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