Escribir los microcasos (relatos breves o hiperbreves) me proporciona dos placeres combinados: el de matar el gusanillo de la creatividad narrativa y el del evitar el costoso esfuerzo de la redacción (mayor aún cuando no se controla el propio idioma como uno quisiera).

En unos pocos casos el resultado final me deja la sensación de que he conseguido condensar una idea compleja en una breve historia pero que queda contundentemente reflejado todo aquello que quería transmitir. De hecho algunos los he usado a posteriori para transmitir a un auditorio esa idea compleja de la que nacieron. Lo cual no deja de ser el colmo de la autorreferencia: «Como yo mismo escribí…»

Pero otros muchos microcasos nacen de mi pereza para escribir un post con esa idea que me ronda tras haber leído, visto u observado algo que me interesa. Por tanto aunque haya publicado el microcaso me sigue pareciendo que hay todavía un post detrás de él. Es el caso de éste que publiqué recientemente:

EntretenyMiento

Aquel niño vio algo en la televisión que le angustió mucho. Corrió en busca de su madre pero ésta daba vueltas por la cocina con un móvil en la oreja y hablando sin parar. Se dirigió de nuevo al salón y cogió una tablet. Si no podía calmarse al menos podría distraerse.

Pero medio minuto más tarde llegó a casa su hermana de 15 años y, sin hablar y con un movimiento rápido, se la quitó de las manos y se fue a su cuarto. También necesitaba distraerse. Le habían suspendido cuatro asignaturas y tendría que decírselo a sus padres. O no.

En el fondo de este microrrelato estaba un artículo en ingles de Erika Christakis, educadora y escritora especializada en el cuidado en la primera infancia, llamado «The Dangers of Distracted Parenting» (algo así como «Los Peligros de la parentalidad distraída»)

No se refiere al cada vez mayor número de accidentes con niños debido a que sus padres estaban distraídos con el móvil (Ayer mismo una noticia en una cadena nacional española alertaba de los ahogamientos este verano en playas de niños y entrevistaba a socorristas que relataban lo frecuente que es que se pierda de vista a un niño por estar distraídos sus padres por una pantalla móvil). No, no va de eso. El subtitulo del artículo deja muy clara la idea central que la autora quiere transmitir: When it comes to children’s development, parents should worry less about kids’ screen time—and more about their own  (Cuando se trata del desarrollo de los niños, los padres deberían preocuparse menos por el tiempo de pantallas de los niños y más por el suyo). Más claro… agua.

Resultado de imagen de padres movil

Me sorprendió esta forma algo diferente de ver el impacto de la pantallas en el desarrollo de los niños y niñas. Porque respecto al tiempo que los niños pasan ante las pantallas tengo mis dudas. Oigo muchas afirmaciones al respecto (en un sentido u otro) pero nunca oigo la base empírica para hacerlas. Y en un mundo que cambia tan vertiginosamente, precisamente debido a las nuevas tecnologías, me cuesta encontrar mi propio criterio (debe estar por ahí escondido pero de momento no lo encuentro).

Sin embargo me parece evidente que la disponibilidad de los padres es esencial para el adecuado desarrollo de los hijos. Y todos sabemos que el efecto de las pantallas en las personas es el don de la bilocación (estar en dos lugares a la vez). Tu pareja, tu hijo o hija, etc pueden estar en el salón de tu casa, físicamente, y sin embargo su mente estar a miles de kilómetros de distancia. Pues a los hijos les pasa lo mismo. Su padre o su madre están a su lado pero en realidad no están ahí. Están conectados virtualmente y desconectados realmente para él o ella.

Acerca del efecto de la pantalla en el cerebro del niño me tengo que fiar de lo que me digan otros profesionales, pero los efectos de la desconexión parental los he visto en vivo y en directo. No pretendo equiparar un rato de Whatsapp, Facebook o Youtube con el tipo de negligencia  que vemos en el sistema de protección. Pero «una respuesta sensible» (a las necesidades del niño) es una respuesta sensible y si no hay respuesta, no hay sensibilidad que valga.

Resultado de imagen de erika christakisEl artículo de Christakis recoge algunos experimentos en los que se ha observado las interacciones entre niños y sus cuidadores cuando éstos últimos están pendientes del móvil o smartphone. De momento se puede vislumbrar que, cuanto menos, el uso de las pantallas por parte de los padres en presencia de sus hijo dificulta el desarrollo del lenguaje del mismo. Y si tenemos en cuenta que el desarrollo del lenguaje es el mejor predictor del éxito escolar deberíamos llegar a hipótesis más o menos como ésta: Cada 5 minutos que no usted no habla con su hijo de 4 años porque está viendo la prensa deportiva o similar en el móvil le está bajando una milésima la nota que sacará en Ciencias Sociales cuando haga 6º ESO.

Y ya sé que los padres y madres de generaciones anteriores  podían también estar absortos leyendo el periódico o una revista, el problema es que ahora la prensa, la televisión, la radio, los juegos de mesa, el escaparate, la receta de cocina, la agencia de viajes, e incluso el trabajo… lo llevamos todo en el bolsillo.

Pero me puse de parto del microcaso cuando oí a unas estupendas profesionales y especialistas (Anabel González Vázquez – psiquiatra – y Cristina Cortés – psicóloga) decir, durante un curso de formación al que tuve la fortuna de asistir en el mes de julio, que una tablet no regula emocionalmente. Una frase con mucha miga. Porque se nos olvida fácilmente que el sistema de apego está diseñado  para la protección frente a la amenaza (no es un sistema diseñado para «quererse», «amarse» u otras veleidades amorosas). La figura de apego es la base de seguridad y, por tanto, la que te ayuda a regularte emocionalmente cuando te sientes amenazado. Y si tu madre fue base de seguridad para ti cuando eras un crío o una cría estoy seguro que lo siguió siendo cuando eras adulto o adulta y te parecía una pesada y a veces la matarías.

Por lo tanto en la accesibilidad o disponibilidad de los padres no está sólo en juego el desarrollo cognitivo sino también del desarrollo emocional. Por ello el microrrelato también quería recoger esa diferencia entre calmar y entretener o distraer. Padres distraídos enseñan a sus hijos a distraerse no a calmarse.

Pero lo que me ha dado el impulso para redactar este post es una referencia en la publicación digital IntraMed a un artículo de Brandon T. McDaniel & Jenny S. Radesky en la Pediatric Research titulado «Technoference: longitudinal associations between parent technology use, parenting stress, and child behavior problems» Algo así como «Tecnoeferenia: análisis longitudinal de la relación entre el uso de tecnología por los padres; estrés parental y problemas de conducta infantil». La palabra «Tecnoeferencia» es la mezcla de «Tecnología» e «Interferencia» y se entendería por tanto como «las interrupciones cotidianas en las interacciones interpersonales o el tiempo que pasan juntos debido a dispositivos de tecnología digital y móvil«.

Copio el párrafo que IntraMed recoge literalmente acerca de las conclusiones del estudio:

Clínicamente, nuestros resultados sugieren que los dispositivos móviles y otros de la tecnología digital está sirviendo potencialmente para aliviar el estrés de los padres, pero al mismo tiempo potencialmente están desplazando las oportunidades de conexión entre padres e hijos que son importantes para la salud y el desarrollo del niño.

Resultado de imagen de pantallas padres

Y en un párrafo final se repite esta idea aunque, en mi opinión, con una redacción más amable:

Este estudio apoya un enfoque equilibrado, reconociendo que los dispositivos de los padres les permiten aliviar el estrés de ser padres de niños pequeños, pero advirtiendo que cuando interfieren con las interacciones y actividades entre padres e hijos, el comportamiento infantil puede empeorar y crear un círculo vicioso. Los estudios futuros deben enfocarse en poblaciones progenitoras más diversas.

Para finalizar el post, quede claro que aquí, el menda, no es ejemplo de nada.

Cuando mis hijos eran pequeños no había todavía smartphones, sólo ordenadores, pero yo alcance cotas insuperables en los índices de «abstración parental» rozando el espectro autista. Si les preguntan a mis hijos que nota me ponen en disponibilidad no aspiro a sacar más allá del suficiente o como mucho un bien (no más de un 6 sobre 10 para quien no conozca el sistema de notas español)

Pero eso no tiene nada que ver con tener criterio frente a un mundo cambiante . Y creo que es importante que los padres actuales no caigan en aquello de ver los bytes en el ojo de sus hijos y no ver los Gigas en el ojo propio.

Lo más divertido es que mis hijos (algunos de los cuales ya tienen hijos) no leen este blog.

Como debe ser.

 

4 comentarios en “Cruzando el umbral digital (IV): La pantalla en el ojo ajeno

  1. Me encanta el tema Javier, esa frase de «When it comes to children’s development, parents should worry less about kids’ screen time—and more about their own» da para un taller completo.
    Gracias infinitas.
    Di a tus hijos que te lean, que eres muy bueno redactando blogs!!
    Abrazos

Replica a Loreto Santé Abal Cancelar la respuesta