TERAPIA HIPERBREVE
-Dígame, Luis… ¿en qué cree que puedo ayudarle?
-Soy una persona excesivamente servicial porque necesito que la gente me aprecie, me quiera. Y eso hace que muchas veces se aprovechen de mi. Me ha dicho mucha gente que debo aumentar mi autoestima y alguien me dijo que usted es una terapeuta excelente. Estoy dispuesto a hacer todo lo que usted diga y pagarle lo que sea.
-Permítame que le pregunte… Está usted aquí ¿por usted o por contentar a las personas que se lo han sugerido?
-¿Eh?… No sé… Quizá… ¿Por las dos cosas?
-De acuerdo… Decida… ¿Por usted o por ellos?
-Vale… ¡Por mí!
-De acuerdo… Le doy el alta… Son 80 euros. Para cualquier otra cosa que me necesite ya sabe cómo encontrarme.
TERAPIA ESTRATÉGICA
-Dígame, Luis… ¿en qué cree que puedo ayudarle?
-Soy una persona excesivamente servicial porque necesito que la gente me aprecie, me quiera y eso hace que muchas veces se aprovechen de mi. Me ha dicho mucha gente que debo aumentar mi autoestima y alguien me dijo que usted es una terapeuta excelente. Estoy dispuesto a hacer todo lo que usted diga y pagarle lo que sea.
-Permítame que le pregunte… Lo hará ¿por usted o por ganar mi afecto?
-¿Eh?… No sé… Quizá… ¿Por las dos cosas?
-De acuerdo… Intentaré ayudarle… estúpido hijo de puta.
PROGRESO
Cuando a los 2 años, Miguel, en la cola para pagar, cogía alguna cosa de las cestas de la gente, a su padre le costaba impedírselo o quitársela.
Cuando a los 4 años, Miguel daba portazos sin parar en la sala de espera del pediatra su madre sólo le dijo que tuviera cuidado no le fuera a hacer daño la enfermera al salir.
Cuando a los 6 años Miguel se subía al capo de un coche que no era el de su padre, sólo recibió el consejo de bajarse para no mancharse los pantalones.
Cuando a los 14 años Miguel tiró un televisor por la ventana en un arrebato de ira, sus padres compraron otro.
Cuando a los 16 años Miguel hirió con un cuchillo a su padre, este testificó que la culpa fue suya por provocarlo.
SINCERIDAD
-Yo soy una persona transparente. Digo lo que pienso. A la cara.
-Osea… que eres imbécil
-¿Cómo? Pero… ¿De qué vas?
-Disculpa… Suponía que tratabas a los demás cómo te gustaría que te trataran a ti. Ya veo que no.
-Bueno… Quizá no es tan así.
-Cierto, no te preocupes. Seguramente te has equivocado y querías decir que no piensas lo que dices.