Uno. Comprobación.
En los últimos dos meses hemos tenido problemas con la TV por cable. Cuatro técnicos han pasado por casa.
El primero nada más verlo dijo que era porque el modelo de decodificador era antiguo y se fue. Pedimos el cambio y días después vino el segundo a instalarlo. Lo cambió y los problemas seguían. No hizo ninguna comprobación y dijo que era algo «de redes». Que daría aviso. No lo dio. Y volvimos a llamar. El tercer técnico cambio una pieza de la caja de entrada del cable. Aparentemente se solucionó el problema por lo que tampoco comprobó nada. Murmuró contenidamente del anterior compañero y se fue. Al cabo de dos semanas los mismos problemas reaparecieron.
Llego el cuarto técnico y tuvo que sudar para aparcar porque jugaba el Valencia CF delante de mi casa. Podía haber desistido pero no lo hizo. Aunque partía con la ventaja de la información que le di sobre los antecedentes, sacó un aparato que le media la intensidad de la señal (la primera vez que yo lo veía porque los otros no lo usaron). Subimos a la terraza de la finca y cambio el punto de conexión. Bajo y en el menú de la TV comprobó el porcentaje de la señal en los canales que no iban bien. 100%. Ante mi escepticismo, por ser el cuarto que pasaba por casa, me garantizó que la avería estaba arreglada. Así ha sido.
Pero antes de irse nos avisó que la encuesta telefónica que se nos pediría a continuación era sobre su servicio y no el general de la compañía; que si estaba satisfecho no puntuáramos, por favor, menos de 9. Lo justificó en que si sus estadísticas no se situaban entre el 9 y el 10 le podían rebajar los ingresos del mes siguiente. Finalmente nos advirtió que si elegíamos el 10 no dijéramos «un 10» sino «!10!» pues la máquina la primera expresión la procesaba como 1 por lo de «un…» Al parecer la compañía busca la excelencia. O la explotación laboral. No lo tengo claro.
Lo más curioso es que jamás recibimos la llamada de encuesta en ninguna de las cuatro ocasiones.
Dos. Decisión.
En el centro de menores en el que trabajo realizamos una propuesta de que una niña de dos años (la más pequeña del centro por diferencia en ese momento) se le trasladase a un recurso específico para niños y niñas pequeñas. Aunque en el centro tenía un hermano mayor, de 10 años, el contacto entre ellos estaría garantizado porque se trataba de una Guarda Voluntaria y los padres los sacaban los fines de semana.
Sin embargo la Comisión Tècnica por la que se pasan todas las propuestas de protección de menores consideró que se necesitaban las plazas de esos recursos para próximos ingresos de niños o niñas pequeñas y que esta niña podía seguir en nuestro centro hasta que sus padres solucionaran sus problemas.
Nadie de la Comisión conocía la niña; sólo algunos miembros conocían mi centro.
Tres. Tajada.
Has puesto una vivienda en venta y se la has confiado a una agencia inmobiliaria. Aunque te gustaría venderla por 180.000 euros, la sacas al mercado por 150.000 euros por ejemplo. Surgen personas interesadas pero la operación no acaba de salir. Finalmente alguien hace una contraoferta: 120.000. No lo tienes claro. 30.000 euros es mucha rebaja. Pero tu agencia no sólo no se muestra tajante con los posibles compradores sino que parece que trabaja para ellos.
Lógico. Tú perderás 30.000 pero la agencia en vez de 1500 (o 3000) cobrará 1200 (o 2.400) Para su cuenta de resultados del mes la diferencia es muy poco significativa. 300 0 600 euros. Le va poco en ello. A ti te va mucho.
Cuatro. Tanteo.
Mi mujer y yo, cuando salimos a cenar los dos solos bromeamos sobre cómo se nota claramente en un restaurante que parejas están casadas o viven juntas y cuales no. En las parejas que están en proceso, llámale noviazgo o como prefieras, los móviles están quietos.
La atención de cada uno o una está centrada en quien tiene delante. Hay mucho en juego: sexo, una relación sentimental… Móvil y seducción son incompatibles.
Pero en una relación consolidada es otra cosa. Lo nuestro ya está claro ¿no? No pasa nada si doy una miradita el WhatsApp o navego por internet mientras nos traen el primero. Sí, claro. Así aprovecho yo también para…
Cinco. Planificación.
La política municipal de mi ciudad sobre los carriles para bicis es clara. Ya se bromea incluso sobre la posibilidad de que se hagan carriles de este tipo que atraviesen hasta tu casa. En teoría nada que objetar.
Pero ahora que el carril se está haciendo en mi calle me encuentro que yo, que no tengo plaza de garage, voy a perder entre 30 y 40 plazas de aparcamiento en un barrio donde a determinadas horas es imposible por la cantidad de estudiantes y funcionarios por metro cuadrado que tiene. Lo de la bondad de los carriles bicis ha dejado de ser algo teórico en mi vida. Ahora es algo concreto, muy concreto.
Factor común
¿Qué tienen estas situaciones en común?
Pues algo que Nassim Nicholas Taleb, el creador de conceptos como «cisne negro» o «antifragilidad» plantea en su nuevo libro «Skin in the game» («La piel en juego») que ha sido el número 1 según la lista de libros de no ficción más vendidos en EEUU según el New York Times, y que la editorial Paidos publicará a finales de enero con el nombre de «Jugarse la piel»
Entre otras ideas el autor propone que desconfiemos de aquellas personas supuestamente expertas en una materia y que hacen predicciones o toman decisiones en las que a ellas mismas no les va nada en juego. El subtitulo es igual de sugerente que el titulo: «Asimetrías ocultas en la vida cotidiana»
Quizá el ejemplo más claro de asimetria de lo anteriores sea el de la venta del piso porque se puede cuantificar. Si la agencia pusiera «toda la carne en el asador» (expresión muy similars a «jugarse la piel») para venderla a 180 mil obtendría un beneficio de 1800, por ejemplo, por su parte. Pero si simplemente se deja llevar obtendrá 1200, que para el balance de costos y beneficios del mes no está tampoco nada mal. ¿Por qué esforzarse en conseguir un comprador para ganar 1800 si con mucho menos esfuerzo puedo convencer al vendedor de que venda a 120 y ganar 1200? La asimetria contigo es brutal.
También se podría cuantificar, aunque no tan fácilmente, la asimetria entre los concejales de tráfico y de urbanismo de mi ciudad por una parte y yo mismo por otra. No sé si ellos tienen garage o no, Pero lo que sé es que cuando acabe su periodo de mandato podrán vender que han duplicado o triplicado los kilómetros de carril bici. Quizá eso les haga ganar las elecciones y el beneficio se cuantificará en cuatro años más en el cargo y con el correspondiente sueldo. Yo lo pagaré a más de 1000 euros al año si tengo que alquilar una plaza de garage o en decenas de horas de más al año intentando aparcar.
Los tres contribuimos al cambio climático (suponiendo que no haya un efecto circular: más carril bici, más atascos, más contaminación) pero en cualquier caso ¡ellos lo hacen ganando y yo lo hago perdiendo!
También hay asimetrias que no se pueden cuantificar pero no por ello dejan de ser obvias. La vida de las personas que votaron que la niña de dos años siguiera en mi centro ha seguido exactamente igual antes o después de hacerlo. Pero la vida de mis compañeras y compañeros educadores se incrementa en malestar por ver, como siendo los que se dejan la piel en cuidar a esa niña, se priorizan cosas que nada tienen que ver con el bienestar de la niña y de ellos o ellas.
¿Que gana o que pierde un técnico de TV haciendo bien o mal su trabajo? Al parecer puede ser que unos cuántos euros al mes. No sé si es que los tres primeros iban sobrados. Y sospecho que el cuarto hubiera sido tan meticuloso aunque no tuvieran incentivos. Pero lo que sí sé es que nosotros fuimos los que estuvimos viendo mal o no viendo varios canales durante dos meses. Aunque como uno era en el que vemos los partidos del Valencia CF no sé si en realidad debo agradecérselo. De momento no estamos muy finos.
La única escena donde no percibo asimetria es en la de las cenas de pareja. Para bien o para mal, en las dos situaciones, hay simetria. La única diferencia es que en las parejas en formación la «piel está en juego» y en las parejas consolidadas «todo el pescado está vendido». Insisto. Para lo malo y… para lo bueno también.
Así que si un libro, que todavía no se puede ni comprar, me provoca tanta actividad en mi neurona ¿tendré que comprarlo? Es obvio
Te dejo algunos enlaces sobre el libro y su autor y te deseo UN 2019 LLENO DE RELACIONES SIMÉTRICAS Y SATISFACTORIAS.
Entrevista: Los intelectuales y los políticos no se juegan nada
sin prisas con amor y calma, gracias Javier por tantas palabras inteligentes a lo largo del año, por maravillosas lecturas y por tu generosidad, un año de luz!
Gracias a ti por estar al otro lado. Un beso.
Gracias por tu cordura, Javier En 2019 más Aurora.
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Aurora ¿Qué haces entrando en un blog el día de Nochevieja? A ver si no estás cuerda…. Ja, ja… Un beso
Gracias por tus palabras, Javier. ¡Muchas granas de leerte en este 2019! Un abrazo.