Desde el 25 de septiembre del año pasado no he publicado nada que no sea una referencia a un nuevo post en el blog «Renovando desde dentro». La vida, que viene a ráfagas.

Parece que escampa un poquito y me puedo sentar a escribir. Y aunque tengo algún post en mente, para calentar motores me conformo con una nueva entrada de Tsundoku (la pila de libros que has comprado pero que no has leído o en este caso la pila de libros que quizá compre pero no sé si leeré)

Atentos a la atención. Tres libros con perspectivas distintass sobre el problema de mantenernos enfocados en el mundo actual.

Un libro con estilo periodístico como el anterior del autor «Conexiones pérdidas», del que justo hace 3 años robé un post. Por ello no puedo dejar de seguir con interés la publicación de este nuevo libro de Johann Hari.

Un segundo libro, con un tono no tan divulgativo y narrativo pero con el rigor de un profesional de la psicología clínica, catedrático universitario y miembro de la Academia de Psicología de España.

Y una novedad de la editorial NED con una recopilación de textos realizada por Amador Fernándes-Savater y Oier Etxeberria

Y seguimos con libros sobre lo que pasa o no pasa dentro de nuestras cabezas

No deja de estar conectado con los anteriores puesto que uno de los efectos de las redes sociales es el de reducir nuestros tiempos y oportunidades de conversar.

El libro sigue entre las novedades de las grandes librerias aunque ya salió hace semanas, quizá meses. Dude sobre él por pensar que era otro libro de los que pretende que repitiendonos las cosas podemos generar realidades. Error. No va de eso y su autor, neurocientífico argentino afincado en España, reivindica la conversación cara a cara y con pocas personas a la vez, como una manera de evolucionar como personas. Seligman combina el rigor científico con anécdotas personales que te atrapan fácilmente.

No muy diferente a este otro…

… en el que la autora mantiene que la clave para ver las cosas con claridad no está en lo racional (filtros racionales para el autoengaño, etc) sino en una determinada actitud emocional. La que te permite no tener miedo a no tener la razón e incluso sentirte orgulloso u orgullosa, en lugar de avergonzado o avergonzada, cuando te das cuenta de que estabas equivocado o equivocada. Una actitud de curiosidad y humildad ante nuestras propias creencias o conocimientos.

Puedes ver una síntesis de su planteamiento en una charla TED (tiene subtitulos en castellano)

Y termino con el libro que sí he comprado ya y que tendré que leer si quiero profundizar precisamente en el concepto de mentalización, a pesar de lo dificil que te lo ponen sus impulsores en el campo de la terapia de los trastornos de personalidad, Peter Fonagy y Anthony Bateman.

A medida de que lo voy descifrando, descubro su importancia para completar a la teoría del apego y para mejorar el trato con niños y niñas del sistema de protección a la infancia.

Quizá si lo consigo pueda publicar pronto una nueva Ayudología

Por cierto, un imagen de la portada muy potente para entender la mentalización: el adulto poniendo su mente en la mente del niño o niña va a conseguir que este o esta aprenda a poner su mente tanto en su mente como en la de los otros.

Pero hasta que lo consiga es muy probable que si te contesta «No lo sé» a la pregunta de por qué ha hecho lo que ha hecho es que realmente no lo sabe. No necesariamente se lo está callando para evitar una bronca.

El otro día en un supermercado un padre, un poco enfadado, le decía a su hijo de unos 6 años que callaba sin parar: «¡A que te sientes triste porque te has portado mal! (en el cole)… ¿A que sí?» No es que el padre fuera adivino. El padre deseaba que su hijo se sintiera triste por haberse portado mal. Puedes estar de acuerdo o no con esta forma de educar. Pero lo que es cierto es que estaba conectando su estado mental (enfado o deseo de un crecimiento moral en su hijo) con el estado mental del niño (sentimiento). De esta manera estaba inconscientemente ordenando los estados mentales (deseos, necesidades, sentimientos y pensamientos) del niño. Quizá el niño estaba pensando: «Pero ¿que le pasa? Portarse mal es divertido». Pero su padre le estaba reflejando su mente en la suya, ayudandole a explorar su propia mente.

Otro padre quizá se hubiera limitado a castigar la conducta de su hijo. Muchas veces creemos que criar o educar es simplemente orientar el comportamiento, la conducta de nuestros niños o niñas. Pero es mucho más. Es ayudarle a entenderse y entender a los demás.

Este padre decidió abrir la caja fuerte (ayudología incipiente) de la mente de su hijo y poner algo en ella. Quizá equivocadamente, no lo sé. Seguro que bienintencionadamente.

Igual ya se había leido este libro u otro sobre la mentalización.

O era primo hermano de Fonagy.

2 comentarios en “Tsundoku: leer (sobre) la mente

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