En el conocido documental «La señora del número 6» («The lady in number 6«) sobre la superviviente del holocaustico Alice Hertz-Sommer, una amiga que la visita, y que también sobrevivió en el mismo campo de concentración, recuerda un consejo de su padre cuando era niña: «Guarda todo lo que puedas en tu cabeza, porque nadie te lo puede quitar«. Tanto ella como Alice metieron en su cabeza la música y, efectivamente, las despojaron de sus familiares; de sus pertenencias y hasta de su dignidad humana, pero lo que los nazis no pudieron arrebatarles es la música que ya estaba en su cabeza.

Algo parecido, salvando las distancias, me pasa a mi cuando leo o escribo no sobre qué hacer o como actuar sino sobre como pensar sobre algún asunto que me interesa. Y por eso agradezco más a quien me da qué pensar, que a quien me dice como actuar. Porque mi actitud o mi conducta puede depender de las circunstancias, pero mi pensamiento – largo o corto- va conmigo siempre.

Marta Llauradó, desde que la conozco me ha regalado varios manjares intelectuales. Desde descubrirme el concepto de «pérdida ambigua» de Pauline Boss; el más original y suyo de «las otras pérdidas» o hasta la metáfora del trasvase innecesario de familias como una ruptura intencional de huesos.

Con su nuevo articulo, en el blog de Renovando desde dentro, me obliga a pensar de qué estamos hablando cuando hablamos del Superior Interés del Menor. Algo que yo había considerado desde un punto de vista pragmático: el interés del niño o niña es siempre prioritario al interés de cualquier otra persona si se contraponen. Un ejemplo sencillo: el interés del niño o niña de ser protegido es superior al derecho de confidencialidad de sus padres y, por ello, un pediatra no debería negarse a dar información a los servicios de protección.

Pero el artículo de Marta me abre los ojos a lo superficial o limitado de este enfoque. Y al profundizar ella, a pesar de lo complejo que es el tema, me ha hecho descubrir que, en cada decisión que se toma sobre un niño, niña o adolescente del sistema de protección (desde qué comer esta noche hasta con quien vivir siempre) podríamos plantearnos: Esta decisión o esta forma de actuar ¿responde el interés del niño o niña o al interés de otra u otras personas o entidades?

Ya no se trata de un choque de derechos sino un conflicto de necesidades. Muchas veces he visto que los padres de los niños y niñas que pasan por el centro donde trabajo anteponen sus necesidades a las de sus hijos.

¿No estaremos haciendo lo mismo en el sistema de protección? El artículo de Marta nos invita a revisarlo no en lo abstracto sino en lo concreto del día a día.

Un comentario en “Cosas en que pensar

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