Antonio Ferrandis, comienza su nuevo artículo en el blog «Renovando desde dentro», haciendo referencia a la versión de Elvira Lindo, para la Cadena SER, del cuento clásico de Hansel y Gretel.

Escribe Antonio: «En esta adaptación radiofónica, la fraternidad y lealtad mútua de los hermanos resulta ser su única protección frente a una familia disfuncional, el abandono y el posterior maltrato perverso en el lugar donde creyeron refugiarse». Pero Antonio no puede dar más detalles del cuento. Sólo está introduciendo el tema del artículo: los hermanos en el sistema de protección.

Pero yo, tras escucharlo y disfrutar de esta refrescante y refrescada versión, si puedo detenerme en dos momentos:

En el primero, Gretel rememora las que identifica como las últimas palabras de su fallecida madre: «Gretel… cuida mucho de tu hermano. Aún en las peores circunstancias, siempre os tendréis el uno al otro«.

En el segundo, cuando la madrastra intenta convencer al padre para abandonar a Hansel y Gretel en el bosque, utiliza un argumento similar: «Los llevamos al bosque a la caída de la tarde, les hacemos una hoguera, y cuando se queden dormiditos al calor de la lumbre…¡los dejamos! ¡Ellos se tienen el uno al otro!«

¡Qué curioso que tanto la figura protectora como la que los abandona reconozcan el valor protector de la relación fraterna!

Más adelante, Antonio comenta en su artículo:

«… en (…) ocasiones (…) se produce un fenómeno de amortiguación, de apoyo entre los hermanos frente a sus progenitores deficitarios, donde los hermanos mayores protegen y ayudan a los hermanos menores, explican las dificultades, ayudan a clarificar la situación«.«

Y además de escribir esta nota para recomendar el árticulo y felicitar a «Renovando desde dentro» por la elección del tema, quiero dar testimonio que, tras de casi dos décadas viendo pasar grupos de hermanos por un centro de recepción o primera acogida, he conocido muchos y muchas Gretels, Hanseles e incluso grupos de hermanos y hermanas Dalton, donde el grupo fraterno, efectivamente, parece llegar a ser la base de seguridad psicológica que sus padres no llegaron a ser nunca.

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