(ENTRADA REMITIDA POR CONCEPCIÓN MARTÍNEZ VÁZQUEZ)

El fabuloso poder de los cuentos para evocar imágenes, emociones y pensamientos como recurso educativo de padres y profesores es algo sin duda incuestionable. Pero ¿ayudan los cuentos a promover la resiliencia infantil? ¿Y si es así de qué manera?

Uno de los pilares de la resiliencia, la introspección (arte de preguntarse a sí mismo y darse una respuesta honesta) se pone en juego cuando introducimos como recurso terapéutico o sanador el empleo de narrativas. A través de los cuentos el niño puede llegar a descubrir partes de sí mismo que no conocía -como la valentía- y en muchas ocasiones lo que define la relación cuento/niño es una identificación con determinados elementos de la narración que le sitúan en un plano de confrontación con su propia historia.

Al escuchar en tercera persona lo que le sucede a otro, se ponen fuera de su propio rompecabezas cognitivo y emocional las piezas que le sumergen en una historia paralela pero con paralelismos, inventada pero con visos de realidad, difícil de crear pero creíble como la vida misma. Un niño herido puede resolver en la fantasía los conflictos de sus propias vivencias que no ha podido integrar, encontrando soluciones a partir de la búsqueda de recursos personales y de su entorno, así como contribuir a darle sentido a sí mismo y a su vida.

Los cuentos pueden convertirse en algo verdaderamente emotivo si consiguen conectar con los miedos y preocupaciones que acompañan al niño. Sus frustraciones pueden cobrar fuerza al igual que sus anhelos. Imaginemos que Juan, un pequeño de 6 años con grandes dificultades para autocontrolarse, escucha la siguiente historia (fuente Mª Guadalupe Morales*):

En un charco muy grande que se formó a las orillas de un lago, vivían un grupo de ranas verdes. Tenían una panza amarilla y cada vez que croaban parecían más gordas porque se hinchaban. Una de ellas se llamaba Chana y en otros lugares se la conocía como Chana la rana. A ella le gustaba que las cosas se hicieran como ella decía. Si jugaban tenía que ser a lo que ella quería, si comían tenían que ser los mosquitos de su preferencia y si alguno de sus amigos o familiares le contradecían ella croaba tan fuerte y se hinchaba tanto que parecía más grande, su panza se ponía de color amarillo brillante y sus mejores amigos se iban. Ni a sus amigos ni a sus hermanos les gustaba jugar con ella y cada vez que no la juntaban ella se ponía más enojada”.

Una manera alternativa de mostrar los indicadores de frustración de Juan de modo externalizante… La rana y él se parecen enormemente!!! ¿Cómo trabajar  con Juan esta historia para que pueda ser terapéutica? Podemos preguntarle cuestiones del tipo: “¿Cómo terminará esta historia de Chana si ella sigue igual?, ¿Cómo te gustaría que terminara para que Chana se sintiera mejor? ¿Qué ha de aprender Chana? ¿Alguna vez te has sentido igual que Chana?”.

De esta manera, la solución creativa de los problemas a través de narrativas se convierte en un instrumento útil que le da la posibilidad de ver reflejados sus conflictos y la solución en la fantasía del relato. En palabras de Mª Guadalupe Morales, “el niño proyecta en la historia sus conflictos, ve la solución que él mismo elabora y posteriormente recupera esta proyección trasladándola como recurso a su vida”. Sigue diciendo esta autora que la proyección es el mecanismo por el cual ponemos fuera lo que es nuestro, porque precisamente no lo reconocemos como propio porque nos molesta, nos duele o nos aparta de las creencias sobre nosotros mismos, los demás o las circunstancias. Al utilizar una historia para narrar el conflicto ésta sirve de proyección y le permite al niño elaborar soluciones.

¿Son los cuentos exclusivos de niños de menor edad o podemos utilizarlos como recurso para promover la resiliencia con niños más mayores? Evidentemente hay cuentos narrados de manera muy sencilla dirigidos a los más pequeños, pero una narrativa que recoja de forma genuina ingredientes que el niño ha podido vivir como propios tiene un innegable valor. Por ejemplo, Luis de 13 años es el mayor en una familia en la que se le han encomendado siempre responsabilidades con sus hermanos y podríamos contarle la siguiente historia:

Plop era el hijo mayor de una familia de pulpos que vivía en lo más profundo del océano. Todos salían en ocasiones a la superficie y viajaban largas distancias para pasear y obtener los alimentos. Los papás estaban muy ocupados trabajando y siempre le encomendaban que cuidara a sus hermanos. Él sabía que tenía que protegerlos de los tiburones y de otros peces grandes, así que utilizaba todas sus patas o tentáculos para cuidar a cada uno. Tenía tantos hermanos como tentáculos. Así que casi siempre tenía ocupadas todas sus patas para cuidarlos. Por más que les pedía que no se fueran lejos ellos se iban. Los pulpos se defienden arrojando una tinta tan negra que parece que se hace de noche, se oscurece el agua y no se ven. Un día que iba cuidando a sus hermanos apareció un tiburón y les avisó que todos arrojaran tinta. Y así lo hicieron. Como él estaba tan ocupado no pudo hacerlo y por poco le da una mordida en su cabeza. Uno de los hermanos se dio cuenta y le ayudó. El susto fue grande pero pudieron librarse de los dientes enormes que los perseguían. Llegaron a casa muy asustados y cansados y hablaron con su mamá. “. (He decidido no incluir qué preguntas podrían realizarse con esta narrativa sino invitar a que cada lector elija las que considere oportunas).

Si el niño dice que es ya mayor para trabajar estas historias se le puede pedir que conteste imaginando que responde “como si fuera más pequeño” o como si estuviera ayudando a otro niño más pequeño a resolver la situación, de manera que incluso pueda ayudarle a resolver asuntos inconclusos de etapas anteriores. También se le puede preguntar si le ha ayudado a pensar o resolver algo que continúe en su presente ahora que ya es mayor.

El cuento pues, favorece la introspección y por tanto la resiliencia infantil. En tanto que posibilita el tomar conciencia de emociones, sentimientos, acciones e incluso de procesos complejos como las interacciones con los otros a través de una mirada interior, se convierte en un instrumento de ayuda. A partir del binomio proyección-introspección el cuento posibilita la reelaboración y el dotar de sentido a su mundo interior, que es a su vez espejo de sus propias vivencias, principalmente cuando tras su lectura se produce una reflexión guiada que posibilite una búsqueda constructiva de soluciones a partir de la narrativa.

Dejaremos para otra entrada la relación entre el cuento y la creatividad y hasta entonces… colorín, colorado… que en este post hemos terminado.

Concepción Martínez Vázquez

Psicóloga y Pedagoga

* Morales Plesent, Mª Guadalupe. “Narración de historias en psicoterapia infantil : enfoque de psicoterapia Gestalt» Editorial Brujas. Córdoba, Argentina, 2005

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