(Conchi Martínez Vázquez nos envia la segunda parte de su último post)

A propósito de relatos y narraciones que comentaba en una entrada anterior, y de cómo éstas servían a los niños –y no tan niños- a reelaborar su propia historia a través de la introspección y promover así la resiliencia, sirva lo que viene a continuación como apoyo científico de lo ya comentado.

En estos días sale a la venta una publicación de José Luís Gonzalo Marrodán, psicoterapeuta especializado en psicología del trauma y del apego. El libro tiene por título Construyendo puentes. La técnica de la caja de arena (sandtray)” de la editorial Desclee de Brouwer y trata, como su nombre indica, de la técnica de igual nombre que ya ha sido comentada anteriormente en este blog.

Una maravilla de técnica y un lujo de libro que espero con impaciencia tener entre las manos para disfrutar de todo lo que en él se recoge según apunta ya el índice que José Luis nos ha anticipado (disponible en el blog Buenostratos).

Pues la entrada que hoy José Luis ha compartido es el prólogo de su publicación, elaborado por el psiquiatra Rafael Benito Moraga, formado además de como médico psiquiatra, entre otras cosas, como psicoterapeuta en la formación impartida por Jorge Barudy y Maryorie Dantagnan (la cual recomiendo a cualquiera que quiera profundizar más en el conocimiento de sus tres grandes pilares: apego, trauma y resiliencia)  y por tanto conocedor de la técnica de la caja de arena.

Pues bien, sin desdeñar ni uno sólo de los párrafos del prólogo donde  recoge diferentes reflexiones/realidades acerca de la dualidad y distanciamiento existente entre psicólogos y psicoterapeutas (como que estos caminan a ambos lados del desfiladero sin mirarse, sin hablarse, sonriendo al pensar que “los otros” no van a ningún lado…), habla de la técnica de la caja de arena desde el punto de vista científico. Sobre la misma refiere:

Lo que hace el paciente cuando crea su caja es contar una historia y los estudios de imagen cerebral refuerzan la idea de que los relatos actúan como un entrenamiento para la vida real, ya que muestran que el visionado de individuos reales y de personajes animados provoca una actividad cerebral similar. Se ha hallado una gran actividad en el hemisferio derecho del cerebro cuando creamos o escuchamos un relato. Áreas del encéfalo implicadas en la identificación y procesamiento de los estados mentales, emociones y motivaciones de otras personas, se activan cuando nos cuentan o contamos historias.

Diapositiva2Uniendo todo ello cual amalgama resiliente y enlazándolo con la introspección que comentaba en la entrada anterior, a partir del arte de crear y re-crear historias (sus historias inconscientes), el niño puede representar incluso aquello que es difícil o imposible de traer a su mundo consciente, pero también de diseñar soluciones quizás antes no encontradas. Señala Rafael Benito “la realización de la caja de arena permite trabajar cuando resulta difícil la verbalización de los contenidos psíquicos; y esto es especialmente importante cuando el paciente tiene dificultades para ponerlos en palabras, como ocurre habitualmente con los niños”.

Según la Asociación Española de Terapia de Juego en su web (http://www.terapiadejuego.es/webs/metodos.htm)el uso del dibujo y otros medios plásticos como la pintura así como el uso de narraciones y metáforas terapéuticas ayudan al niño a expresar su experiencia, a exponer la historia fuera de sí mismo, y a construir nuevos significados donde puede reconocer los recursos y fuerzas internas que posee y que lo han ayudado a sobrevivir.” O lo que es lo mismo, a desarrollar su resiliencia ante la adversidad.

No es preciso ser psiquiatra ni psicólogo para poder promover la expresión del niño a través de la pintura, la plastilina, o cualquier otro medio que le permita sacar hacia fuera sus emociones y sentimientos. En el caso de los niños severamente dañados por prácticas parentales inadecuadas, bien antes de la adopción o en algunos de los casos de menores en acogimiento, es preciso un trabajo terapéutico que guíe un tratamiento específico (muchas veces alejado de las clásicas pautas de modificación de conducta, necesarias pero no únicamente válidas por sí solas en estos casos). Pero cualquier persona cercana al niño, a través del juego, de la observación de sus verbalizaciones (ojo, no todo lo que se plasma en el juego ha de tomarse como lo que le ocurre literalmente al niño ya que entra en juego también la fantasía), puede actuar como mediador entre su mundo interior y sus representaciones de sí mismo, de los demás y de la relación que se establece entre ambas partes.

Y de este modo contribuir en la identificación de preocupaciones, limitaciones, dificultades…pero también de proyectos, expectativas, ilusiones, metas, recursos personales y de su entorno. Con ello, dar sentido a lo que uno es y lo que quiere ser, a lo que ha sido su vida y lo que le gustaría que en un futuro fuera su vida, se convierte en un mágico proceso resiliente que le ayudará a situarse en primera fila del patio de butacas de la vida. Quizás desde ahí sea más fácil subir y bajar del escenario según los momentos….

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Conchi Martínez Vázquez

Psicóloga y Pedagoga

4 comentarios en “Narraciones y soluciones: resiliencia en acción (II)

    1. Gracias a tí por compartir mis ilusiones, facilitar mi trabajo y ser amiga y compañera. La vida es más fácil con gente como tú al lado. Un abrazo

  1. Voy a ser uno de los afortunados que va a estar en las Jornadas. La vedad es que si ya tenía ganas ahora ya es «desesperación» jeje. Un beso Conchi y gracias.

    1. Que bien que vayas!!! Seguro que te encantará..Yo lamentablemente he tenido que priorizar cuestiones familiares y finalmemte no voy a poder asistir.Pero te animo a que a tu vuelta le des «vueltas»al evento y nos cuentes tus impresiones, reflexiones, hallazgos…Yo mientras me iré conformando con terminar de leerme el libro… Un abrazo.Conchi

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