Hace pocas semanas una familia muy cercana a la mía sufrió un abandono. Un abandono voluntario, inesperado, brutal. Sin opción a la esperanza. Alguien querido que decidió abandonar el barco.

Esta semana mi familia ha sufrido otro abandono. Éste, esperado, pero antes de tiempo. Voluntario y equivocado, a nuestro entender. Muchísimo más suave que el anterior pero de los que te hacen plantearte si has hecho o está haciendo algo mal.

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La vida tiene una gran variedad de golpes. Te puede tumbar en la lona con impacto en la cara o  con un golpe bajo, con un directo o con un gancho. También te puede desgastar y ganar a los puntos con golpes ligeros pero continuos, de los que no encuentras formas de protegerte.

 

Un tipo especial de golpe es el que se recibe cuando alguien abandona tu barco porque así lo desea (y tú, no). Porque ya no quiere seguir ningún viaje o porque no quiere seguir el viaje contigo. Y al dejarte te inunda con un montón de emociones y pensamientos que van y vienen y que te abruman o te desolan.

¿Qué hacer entonces?

Sheryl Sandberg perdió a su marido de repente debido a un accidente cerebro – vascular y ha compartido su experiencia en el libro «Option B» escrito junto con el psicólogo social Adam Grant (de momento sólo en inglés)

 

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Cuenta como, en un momento dado, hablando con su suegro sobre  quien podría suplir a su marido en un cierto rol paterno sobre sus hijos, ella se aferraba al recuerdo del mismo. Su suegro le abraza y le dice: «La opción A no está disponible. Así que vamos a sacar la mierda de la opción B«

Siempre me ha parecido que la resiliencia tiene mucho de reconocer que un plan A se ha caído o se ha agotado y buscar y comenzar a caminar en un plan B.

¿Pero sirve esta estrategia – no ensuciar la opción B – también para los abandonos voluntarios?

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Los abandonos voluntarios tienen una dificultad añadida. La bofetada de un abandono voluntario es como el golpe que te parte la nariz o el labio y la sangre sale disparada dejándolo todo perdido.

 

 

¿Que es lo que salpica en ellos más allá de la metáfora? La rabia y la culpa.

En el abandono voluntario puede haber o puede percibirse un punto de «mala leche» por parte de quien se va. Un «¡Ahí os quedáis!». Pero aunque no fuera así puede ser que el punto de rabia lo pongamos nosotros al sentirnos decepcionados, traicionados o simplemente solos.

Centrarse (tú y los tuyos) en mantener limpio el plan B es entonces una buena estrategia para retomar el camino tras el golpe. No puedo evitar el hundimiento del plan A pero quizá pueda no poner perdido el plan B de culpa y de rabia.

En la película «La última cima» los amigos de Pablo Domínguez, el sacerdote que murió en un accidente de montaña y sobre el que gira el documental, recuerdan la experiencia de confesarse con él.

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Pablo Domínguez adoptaba una actitud en el confesionario muy clara: focalizarse totalmente en la misericordia y no en la culpa.

Podrías decirle:

-«He matado a mi padre»-

Y te contestaría:

-«¡Bien, ánimo! ¿Qué más?» .

8 comentarios en “Micropost (2): Abandonos voluntarios

  1. Excelente articulo. Mi pensamiento volo al libro de Durkheim : el suicidioEl 10/10/2017 12:10 AM, Diseñando pasados Recordando futuros <comment-reply@wordpress.com> escribió:

    F. Javier Romeu Soriano posted: "Hace pocas semanas una familia muy cercana a la mía sufrió un abandono. Un abandono voluntario, inesperado, brutal. Sin opción a la esperanza. Alguien querido que decidió abandonar el barco. Esta semana mi familia ha sufrido otro abandono. Éste, esperado,"

  2. Cuando el abandono de un tercero no depende de uno pienso que lo que hay que hacer es plantearse lo siguiente:
    ¿lo he hecho lo mejor que EN ESE MOMENTO lo podía hacer?
    Si la respuesta es SÍ (A) hay que quedarse tranquilo.
    Si la respuesta es NO (B) hay que plantearse que la próxima vez lo haré mejor.
    Considero que en tu caso es (A), por lo que tranqui, Tronqui. Es la libertad del ser humano.
    Sólo nos queda poner a «trabajar» al personal.
    Áaaaanimo

  3. Leo tu post.. Plan A, plan B…. a veces que no sé ni cuál es el plan. Pero me parece que hay que sacudirse como los perros cuando están mojados y, aunque nos quede agua por secar, continuar con los que no hemos querido naufragar, por un endeble que sea la embarcación. El barco continua su trayecto, el mar es inmeso y se necesitan buenos navegantes como tú.

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